viernes, 19 de junio de 2009

CUENTO Ciruelas de Mayo


Ciruelas de Mayo
Por Orazio Barmez.


Terminando el festival del día de las madres regresamos a casa, en el camino entre la gente alcanzamos a Severina, una señora más grande que mi madre pues se le nota lo flaca y cansada, nunca deja de bostezar con ganas de dormir, ella también tiene un hijo, se llama Jorge pero todos le dicen “tostado”, vamos juntos a la escuela en el mismo salón y con la misma maestra. Antes del festival de las Madres la maestra Bartola llamó a una reunión de padres de familia para que hiciéramos una prueba de los avances en lectura y entregar calificaciones de los exámenes recientes. Severina aparte de bostezar lleva la cara de enojo, le decía a mamá que sacaría a Jorge de la escuela por que la maestra no lo quiere, sin embargo lo que no sabe Severina es que su hijo Jorge a la hora de ir al baño se queda trepado en los ciruelos que hay detrás de la escuela, hasta que se cansa de masticar ciruelas verdes y otras camaguas, siempre tiene hambre debe ser por herencia (como su mamá), siempre se duerme en las clases por eso no aprende a leer, Severina enojada parece quiere ser mi madre porque decía quien como tu hijo que ya sabe leer, lo que tampoco sabe Severina es que mi mamá siempre me pone hacer la tarea y en vez de comer ciruelas me prepara gordas rellenas de papa y queso, cuando voy al baño en la escuela las ciruelas ya no se me antojan y regreso al salón. Severina y su hijo Jorge viven muy cerca de mi casa, al llegar ellos primero mi mamá decía que pusiera a repasar mucho y en junio seguro ya deletrea para pasar a segundo año de primaria, Severina bravucona dijo que su hijo era más burro que su padre y quien sabe si pudiera.
El cielo se ve negro, las nubes gordas, comienzan a caer algunos goterones de agua como canicas y se levanta el polvo de la calle, mi madre me agarra fuerte de la mano y empezamos a trotar para que alcancemos a llegar a casa sin mojarnos.
Me quedé con ganas de subir al ciruelo del patio y cortar un tenate de ciruelas para que mamá haga dulce con ellas, pero la lluvia no me dejó, es mejor encerrarnos por que seguro con tanto trueno se va la luz, siempre pasa lo mismo cuando llueve y truena fuerte. Mamá se preocupa de mi padre por que aun no llega del campo, al llegar ya casi oscureciendo amarra el caballo y entra rápido empapado de lluvia, se cambia y mi madre prepara pan, leche y té para que papá se le quite el frío de la lluvia, mientras le da tiempo de terminar las “guisadas” (tortillas con manteca, se les unta frijoles y salsa roja con queso o pollo).
Cuando es fin de semana puedo ir con mi papá a su parcela, en un cerro pequeño hay un ciruelo con dos ramas en forma de –Y-. Por la tarde después de ayudarle con lo que me pidió papá me voy con un morral al ciruelo del cerro mientras el termina con algún pendiente, ahí me paso una hora como Jorge trepado, cortando y seleccionando las ciruelas que más me gustan, comiendo las que se ven mas sabrosas, aveces platico solo, cuando sea grande plantaré más ciruelos para escoger a cual árbol cortar, no me canso de estar arriba, paso de rama a rama, hasta digo que es mi nave espacial y me acomodo para poder manejarla, se siente el aire fresco y el ritmo del viento te mueve de tal forma que sientes que vuelas, cuando me canso de jugar con el aire, empiezo a mirar los paisajes, se ven dos pueblos, gente en sus burros caminando muy pequeñitos, sembradíos de maíz y árboles verdes algunos secos y otros con flores.
Mi padre siempre dice que no suba al ciruelo por que es un árbol vidrioso y se rompen sus ramas con facilidad, pero yo no peso mucho y le caigo bien al ciruelo nunca se rompe ninguna rama, las vacas vienen a comer de las ciruelas que caen de maduras o las que tiro al treparme. Mi padre me alcanza y me ordena que ya baje, que parezco mono trepado, que se va romper las ramas, que desperdicio muchas ciruelas, que desde abajo se pueden cortar, en fin muchos regaños, lo que no sabe es que arriba, es como volar de a poquito. No entiendo por que tanto pleito si ya se leer y desayuno para no subirme a los ciruelos de la escuela.